Tras la última reforma educativa, Aristóteles y compañía se
quedan fuera del currículo de Bachillerato. ¿Cómo afectará esta decisión a los
españoles del futuro?
Parece que eso del pensamiento no está muy de moda hoy en
día, así que la asignatura de Historia de Filosofía ha sido relegada
a la categoría de optativa en los estudios de 2º de Bachillerato. Los
profesores de Filosofía, obviamente, están a la gresca. “Vivimos en un mundo
neoliberal donde parece que la economía y la tecnología son lo único importante
y que no hay más riqueza que sirva que la que se genera de inmediato”, se queja
Luis María Cifuentes, presidente de la Sociedad Española de Profesores de Filosofía
(SEPFI). Consideran, con razón, que es
importante conocer la tradición de los grandes pensadores occidentales, que de
alguna manera han prefigurado el mundo en el que hemos nacido, y que no hacerlo
supone un déficit importante de cultura.
Por otro lado, también están preocupados por la posible
falta de músculo en el pensamiento y el diálogo cuestionador en el alumnado:
estas habilidades se trabajaban justamente a través de la asignatura de
Filosofía. “Esto puede provocar que los ciudadanos del futuro se encuentren con
menos herramientas y menos conocimientos para vivir democráticamente y para
transformar de manera crítica y constructiva su realidad”, comenta Ana García, consultora
filosófica y formadora en Práctica Filosófica. “De Platón a Wittgenstein y
llegando a los autores actuales, la filosofía es fundamental para no caer en
los engaños del poder”.
Mas allá de los libros de texto y las aulas, la filosofía
tiene importancia en la vida cotidiana. “No solo es lo que se da en clase, no
se reduce a lo académico, la filosofía ayuda a pensar y a repensar, incluso ya
han aparecido iniciativas de consultoría filosófica”, dice Manuel Sanlés,
miembro de la Red Española de Filosofía (REF) y
vicepresidente de la SEPFI. Así que, ¿para qué sirve la filosofía? La pregunta
precisamente suena muy filosófica, pero apuntamos algunas carencias que tendrán
en su vida aquellos alumnos que no elijan el camino del, etimológicamente, amor
al conocimiento.
1. Tomarán peores decisiones. La filosofía es
una asignatura dedicada al pensamiento puro y duro, así que puede ser de gran
utilidad en la vida cotidiana. “A través de ella aprendemos a ejercer el
pensamiento crítico-creativo, porque no es posible valorar un hecho si no
creamos los criterios para ello, al igual que tampoco podemos generar nuevos
planteamientos verdaderamente eficaces para un mismo problema si no hemos sido
capaces de llegar a la raíz misma, para entender sus debilidades y sus
fortalezas”, dice García. “Es útil a la hora de tomar decisiones cotidianas con
criterio, para relacionarnos de manera más sana con los demás y también a la
hora de investigar cuestiones por nuestra cuenta”.
El matemático y filósofo inglés Alfred North Whitehead dijo
que toda la filosofía occidental es una nota a pie de página a la obra de
Platón. “Es importante conocer a Platón porque ya con él descubrimos el poder
del cuestionamiento, tanto de uno mismo como de los otros, y del diálogo.
También el pensamiento de Aristóteles, que es quien empieza a valorar la
experiencia en el modo de conocer las cosas y el papel decisivo de la lógica a
la hora de pensar mejor”, explica García.
2. Definirán, con más torpeza, su ideología adulta. “Es
precisamente a las edades de Bachillerato cuando los jóvenes comienzan a tener
inquietudes: si creen en Dios o no, por qué las cosas son de una manera y no de
otra”, comenta Sanlés. “De esos planteamientos salen los sistemas filosóficos,
éticos, políticos, etc.”.
3. Serán más manipulables por charlatanes y políticos. Marx
quería desenmascarar la ideología burguesa, Nietzsche superar el resentimiento
y el victimismo y Freud hacer la luz sobre el inconsciente y los deseos
reprimidos. “Los llamados filósofos de la sospecha Marx y Nietzsche (entre los
que se suele incluir a Freud, aunque no era filósofo) ayudan a los alumnos a
ver las estructuras que determinan en muchos casos nuestros comportamientos,
que van mucho más allá de los individuos, y gracias a ello a no digerir los
discursos tal y como se les plantean, sospechando siempre qué ideología puede
estar sustentándolos”, dice García.
4. No sabrán cómo crear empresas alternativas. La
lógica del beneficio a cualquier precio y el éxito personal parece ser la
tónica general en el capitalismo actual. Pero no es el único camino a seguir.
“La filosofía no puede estar al servicio de esos valores, sino a los de la
independencia y el crecimiento de las personas”, dice Cifuentes. Aunque ahora
prosperen asignaturas como Iniciación a la Actividad Emprendedora y
Empresarial, optativa del primer ciclo de la ESO, impartida por filósofos.
5. Se alejarán del efecto positivo de la duda.
El escepticismo es una práctica recomendable en una sociedad en la que muchos
quieren dar gato por liebre: políticos, economistas, comerciales, publicistas,
seudocientífico… René Descartes, quien hizo de la duda un método de trabajo, lo
practicó hasta las últimas consecuencias, dudó de todo, hasta de su propia
existencia. Pero se dio cuenta de algo: “Pienso, luego existo”. Y a partir de
ahí volvió a empezar.
6. Sabrán manejar el iPhone, pero no entenderán su valor.
Aunque vivimos una sociedad eminentemente científico-tecnológica y conocemos a
fondo algunos de sus resultados, desde las últimas terapias médicas hasta la
exploración espacial, pasando por las tabletas y los smartphones,
no conocemos tanto sobre el origen y funcionamiento de la ciencia moderna. En
el currículo de Historia de la Filosofía se da un repaso a la Revolución
Científica en torno al siglo XVII. De cómo Galileo, Copérnico, Kepler o Newton
explicaron y cambiaron el mundo.
7. Serán peores ciudadanos. Entender la
democracia implica conocer la modalidad ateniense hasta la actualidad, pasando
por varios hitos del pensamiento político, como El Contrato Social de
Rousseau o la división de los tres poderes de Montesquieu. “Para ser buenos
ciudadanos es importante que los alumnos conozcan las bases filosóficas en las
que se basó la Revolución Francesa, el origen de las democracias liberales”,
dice Sanlés.
8. Se portarán peor. Desde el punto de vista de la
ética, claro. Un tema estudiado, entre otros, por Kant. En la asignatura de
Historia de la Filosofía se dedica un buen espacio al imperativo categórico
kantiano. Un modelo de conducta que no deriva de ninguna religión ni ideología.
Algo así como “obra solo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se
convierta en una ley universal”. Es decir, haz aquello que deseases que todo el
mundo hiciera puesto en tu lugar.
9. Permanecerán impasibles ante la desigualdad. Dicen
algunos que Marx está sobrepasado, pero la desigualdad ha crecido en los
últimos años y el mundo sigue siendo un lugar injusto. “Muchos de sus análisis,
aunque hechos en el siglo XIX, siguen estando completamente vigentes”, explica
Cifuentes. “Hay que saber abordar la actualidad con los filósofos de cada
época”.
10. Sacarán peores notas en otras asignaturas, como
Historia. El siglo XX ha estado marcado por la convivencia y lucha de
variosismos. “Los liberalismos, socialismos o economicismos que
hemos visto en el siglo XX tienen todos orígenes filosóficos”, dice Sanlés.
“Autores como Marx o John Stuart Mill son imprescindibles”.
11. No podrán seducir a un chico o chica contándole una
bella parábola. Las parábolas han servido siempre para explicar de forma
sencilla la filosofía, y muchas han pasado al imaginario popular. Por ejemplo,
el mito de la caverna de Platón, que nos muestra que vivimos en un mundo de
apariencias alejado del mundo de las ideas, del que solo vemos una sombra, o la
navaja de Ockham, que explica cómo no complicarnos la vida: entre dos
explicaciones a un fenómeno, es conveniente elegir la más sencilla.
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