En el universo todo tiende
a encontrar un equilibrio y, de una manera o de otra, siempre se llega a él.
Hay diversas teorías sobre la formación de vida en nuestro planeta, pero la más
apoyada es la de que, hace millones de años, en los inhóspitos mares, influenciados
por las radiaciones solares y tormentas eléctricas, pequeñas moléculas se
organizaron de tal manera que pudieron sintetizar otras moléculas y perpetuar
información, hasta formar unas formas de vida muy simples, ancestros de
nuestras células, las cuales irían evolucionando hasta, en miles de millones de
años, llegar hasta el ser humano. ¿Cómo pasó esto? Simple, nuestro planeta
encontró un equilibrio con la naturaleza y esta, a su vez, encontró un
equilibrio con esas pequeñas partículas. Gracias a este pacto todo fue
prosperando… Ahora ese pacto se está fracturando, hasta tal punto que no haya
marcha atrás.
Desde el primer momento
en que el ser humano, hace miles de años, se adaptó al equilibrio con la
naturaleza, estableció un pacto, cogía lo que necesitaba y sobrevivía, pero
este se volvió quebradizo, ya que la forma nuestra de adaptarnos ha sido
totalmente distinta a la del resto de los seres vivos. Hemos evolucionado como
ninguna especie lo había hecho nunca. Comparado con el resto de especies, no
somos ni fuertes, ni resistentes, ni ágiles, pero sí hábiles e ingeniosos.
Siempre hemos fabricado algún tipo de herramienta que nos ayudase en la
supervivencia. A medida que nuestra inteligencia iba desarrollándose, íbamos
mejorando esas herramientas o fabricando nuevas que nos ayudasen a prosperar.
A esas herramientas las
llamamos tecnologías, un conjunto de instrumentos, recursos técnicos y
procedimientos que nos dividirían del resto del resto de las especies,
mejorando nuestra calidad de vida, despreocupándonos de la obtención de
recursos básicos, que nos permitirían desarrollarnos más todavía, creando
cultura y conquistando poco a poco el mundo. Así, el ser humano estableció un
pacto con la tecnología, creando un vínculo y, por ende, un equilibrio. A
medida que dependíamos más de la tecnología el pacto se hacía más fuerte, pero,
el antiguo pacto que se estableció con la naturaleza se iba haciendo más débil.
Al principio, no suponía ningún problema grave, la naturaleza podía reponer
todos los recursos que nosotros usábamos, para poder abastecer al resto de los
seres vivos. Sin embargo, gracias a las tecnologías y a nuestra inteligencia e
ingeniosidad pudimos crecer como especie ocupando casi todos los territorios,
consumiendo sus recursos y destruyendo las especies de esas respectivas zonas.
Las revoluciones industriales, ya acercándonos un poco más a la actualidad,
supusieron un gran avance para el ser humano en todos los aspectos, ¿pero a qué
precio?
Nadie pensó en los
bosques, en los territorios vírgenes donde se construirían casas, en los
cientos de especies que se cazarían para la industria textil, por ejemplo, en
el aumento de la temperatura global debido a las fábricas y a la invención del
automóvil. La esperanza de vida subió, eso es cierto, pero la de algunas otras
especies empezó a bajar, lo que produjo la primera gran fractura en nuestro
pacto con la naturaleza, fortaleciendo nuestra dependencia a la tecnología. Sin
darnos cuenta habíamos logrado dominar el planeta, teniendo una total repercusión
sobre él en las acciones que tomáramos. El planeta también empezaría a romper
el equilibrio de todas las cosas, puesto que estaba bajo nuestra tutela. Todas
estas despreocupaciones (para mí lo son) nos llevarían hasta donde estamos en
la actualidad.
Y aquí estamos, febrero
de 2017, alejándonos del año 2016, un año muy alarmante para nuestro
equilibrio, en el que han ocurrido una serie de acontecimientos nada buenos,
como la desaparición de especies, deforestación, sobrexplotación de los
recursos del agua como los acuíferos, desestabilidad en los ecosistemas tanto
terrestres como marinos. Se comprobó que el mes de enero de 2016 había sido el
más cálido en la historia del ser humano. Sequías debido al calentamiento
global, seguido de un constante aumento del nivel de los mares, y, por
consiguiente, la desaparición de parte de los hielos situados en los polos y
glaciares. La brecha entre ricos y pobres es cada vez más grande, el desempleo
originado por la tecnología también lo es, y nos estamos quedando sin espacio
habitable. La contaminación aumenta y nuestra salud disminuye, irónico,
¿verdad? Cada vez tenemos más recursos médicos, pero al producirlos nos reducen
la salud.
Después de ver esto,
que no es más que un resumen de lo que realmente ha acontecido, ¿piensas que
hicimos bien al confiarnos en la tecnología?, ¿que debimos dejar de lado a la
naturaleza? ¿a nuestra naturaleza? Todo para qué, por ser ambiciosos, por estar
ciegos de lo que realmente está pasando, o quizás porque ya no miramos al
futuro, ni nos preocupamos por las futuras generaciones, olvidando por completo
nuestra misión de vida, PERPETUAR. No usamos la inteligencia para lo que
debemos, que es ver el futuro. Hemos ideado un futuro lleno de ventajas, pero
eso no va a ser así, ya lo verán nuestros nietos.
Cazamos, destruimos,
agotamos y abusamos de la naturaleza, contaminándola y agotando sus recursos
que llevan años cuidándonos. No nos importa nada salvo progresar, pero ¿a
dónde? Hemos roto el pacto, el equilibrio que lo conectaba todo, desmoronando
la belleza de mundo que ha tardado millones de años en construirse. Molécula
por molécula, estamos destruyendo el equilibrio de la Tierra. A su vez, ésta se
queda sin reservas que aportarnos a todos los seres vivos, y seguimos
consumiendo, aumentando una demanda escasa. Abusamos del ganado, contaminamos
indirectamente los cultivos, privamos de vida a los mares, ocupamos cada vez
más territorios, destruimos el ciclo de una vida de la que dependemos. La
sobrepoblación destruye lo esencial para conseguir lo superfluo. No queremos
ver la gran verdad que se ve entre líneas con cada pacto que establece la
naturaleza, y es que todo está vivo, todo está CONECTADO.
Pasamos nuestra vida
distraídos por la tecnología, de la cual por desgracia dependemos totalmente,
nosotros lo hemos querido así…. Puede que la tecnología parezca útil, pero solo
es una apariencia. En un principio nos ayudó a progresar (y lo sigue haciendo),
pero solo a nosotros. Si nosotros no dependiéramos de la naturaleza, ni
controláramos el mundo, con lo que el planeta no se viera afectado por nuestras
decisiones, la tecnología sería lo mejor que nos ha pasado y nos pasará.
Pero esto no es así, yo estoy usando un
ordenador, mientras oigo coches afuera, mi padre hablando con su teléfono,
todas las calles iluminadas debido al repentino anochecer del invierno, tengo
comida en la despensa y nevera, un seguro médico y un techo bajo el que dormir,
todo ello gracias a la tecnología. Pero entonces, ¿qué significa esto?, se supone
que la tecnología me está ayudando, ¿no? La energía con la que se ha iluminado
mi casa, mi pantalla y las calles, proviene de alguna industria productora de
energía, la cual dependiendo del tipo contaminará o no (mejor las energías
renovables). Mi comida proviene de la agricultura y ganadería, de las cuales se
suele abusar y jugar a ser Dios sin importar el coste. Los coches funcionan
gracias a la gasolina, un potente combustible muy contaminante. Y, por último,
mi techo, el cual ocupa un espacio en la naturaleza. Yo solo soy una persona,
pero hay que multiplicarlo por mil millones de personas que viven en un país
desarrollado como el mío. Hay alrededor de siete mil millones de personas en el
planeta consumiendo más o menos recursos dependiendo de su localización y
situación. Es evidente que si no rectificamos este desastre en marcha que hemos
creado, no llegaremos muy lejos, ya que, cuando se acaben los recursos, ¿quién
será el mejor o peor indicado para llevarse los recursos restantes?
Hace bastante tiempo,
siglos, una civilización de humanos, los pascuenses, en una isla perdida en
mitad del pacífico (Pascua), se convirtió en una de las mayores culturas de la
época, y como nosotros cambiaron el entorno y lo destruyeron. Talaron hasta el
último de sus árboles. Esta es una lección que debemos aprender nosotros de los
pascuenses. Los recursos son limitados, la población crece y debemos ser
cautelosos, nos puede, como no cambiemos, pasar a nosotros.
Tenemos que tener una
idea clara de esto. Si rompemos completamente el equilibrio que lo sostiene
todo, es decir, si destruimos todo a nuestro paso, si dejamos que la capa de
ozono disminuya, que el efecto invernadero aumente, y consumimos mucho más de
lo que necesitamos, desaparecerá todo lo que nos rodea que esté conectado a ese
equilibrio, incluida nuestra identidad.
Debemos
y tenemos que encontrar un equilibrio entre la naturaleza, este planeta,
nosotros y la tecnología. Solo entonces podremos respirar tranquilos, sabiendo
que todo seguirá como tiene que seguir, en EQUILIBRIO.
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